Historia: Deveres na Prisão (Deberes de prisión)
- Intenta comprender la historia.
- Solo mira la traducción si te quedas atascado.
- ¡Compara los idiomas para aprender nuevas palabras y frases! Más información
“Continue tocando!” gritou um dos guardas.
“¡Sigue tocando!”, gritó uno de los guardias.
Henrica voltou ao piano. Ela bocejou, respirou fundo e tentou pensar em outra música que eles iriam gostar.
Enriqueta volvió a girarse hacia el piano. Bostezó, respiró profundamente y trató de pensar en otra melodía que les pudiera gustar.
“Vamos! Você está estragando o clima!”
“¡Vamos! ¡Nos estás cortando el rollo!”
Ela começou a tocar, e os guardas da prisão se animaram. Atrás dela, eles dançavam pela cantina escura. Eles derrubaram os pratos no chão e derramaram cerveja por toda parte.
Empezó a tocar, y los guardias de la prisión la vitorearon. Detrás de ella bailaban alrededor del oscuro comedor. Tiraron los platos al suelo y derramaron cerveza por todas partes.
Henrica sabia que os guardas estavam bêbados demais para perceber o que ela estava tocando. Era o Hino Nacional — a versão antiga, antes do país ter sido invadido. Henrica tinha tocado o antigo Hino em público seis anos atrás; é por isso que ela estava na prisão agora.
Enriqueta sabía que los guardias estaban demasiado borrachos para darse cuenta de lo que tocaba. Era el himno nacional: la antigua versión, la de antes de que invadieran el país. Enriqueta había tocado aquel viejo himno en público hacía seis años; por eso estaba ahora en prisión.
Quando ela tocou a nota final, de repente as luzes se acenderam. O chefe da prisão estava parado na porta. Os guardas pararam de dançar e fizeram continência.
Cuando tocó la última nota, las luces se encendieron repentinamente. El jefe de la prisión estaba en la puerta. Los guardias dejaron de bailar y saludaron.
“Agora chega, rapazes,” disse o chefe. “Levem-na de volta para a cela e vão para a cama.”
“Ya está bien, muchachos”, dijo el jefe. “Llevadla de vuelta a su celda y a dormir.”
Henrica estava prendendo a respiração. Será que o chefe tinha ouvido o que ela estava tocando? Mas ele já tinha ido embora. Ela respirou. Ela foi estúpida por ter assumido um risco assim. Se ela tivesse tocado apenas alguns segundos a mais…
Enriqueta contuvo la respiración. ¿Había oído el jefe lo que estaba tocando? Pero él ya se había marchado. Respiró. Había sido estúpida al asumir semejante riesgo. Si hubiera seguido tocando unos segundos más…
Um dos guardas trancou Henrica de volta em sua cela. Henrica era uma mulher pequena e frágil, então até mesmo um guarda bêbado era seguro o suficiente. Além disso, ela não era nem forte e nem ágil o bastante para escapar.
Uno de los guardias volvió a encerrar a Enriqueta en su celda. Enriqueta era una mujer menuda y frágil, así que incluso un guardia borracho bastaba como seguridad. Además, no era ni lo suficientemente fuerte ni ágil para escaparse.
“Você tem que escapar com a gente,” sussurrou a companheira de cela da Henrica depois que o guarda foi embora.
“Tienes que escapar con nosotros”, susurró la compañera de celda de Enriqueta cuando el guardia se marchó.
“Minha querida, eu não consigo,” suspirou Henrica.
“Querida, no puedo”, suspiró Enriqueta.
“Confie em mim, Henrica. Temos observado por meses. Exatamente ao meio-dia, os guardas no portão do pátio saem para o almoço — eles sempre saem pontualmente. No mínimo dois minutos depois, os próximos guardas chegam — eles sempre se atrasam. Você só precisa sair com a gente e entrar no carro do meu irmão.”
“Confía en mí, Enriqueta. Llevamos meses vigilando. Exactamente a las doce en punto, los guardias de la puerta del patio salen a comer; siempre son puntuales. Al menos dos minutos después llegan los siguientes guardias; siempre se retrasan. Solo tienes que salir con nosotros y subirte al coche de mi hermano.”
“Eu vou atrasá-los — vocês vão ser pegos — eu não devo ir!” lamentou Henrica. “Eu vou pensar em vocês todos os dias, todos vocês, e isso vai me fazer feliz. Se pessoas como vocês estão livres, então nosso velho país ainda está vivo.”
“Os retrasaré… os cogerán… ¡No debo ir!”, gimió Enriqueta. “Pensaré en vosotros cada día, en todos vosotros, y eso me hará feliz. Si personas como vosotros están libres, entonces nuestro antiguo país sigue vivo.”
“Você pode ser livre também, Henrica. Vamos embora amanhã. Encontre a gente no pátio.”
“Tú también puedes ser libre, Enriqueta. Nos vamos mañana. Reúnete con nosotros en el patio.”
“Não, minha querida, não…”
“No, querida, no…”
“Por favor, mude de ideia antes do meio-dia.”
“Por favor, piénsatelo antes del mediodía.”
No dia seguinte, Henrica ficou ansiosa a manhã toda. Como de costume, às onze e meia, o chefe da prisão veio levar Henrica para o refeitório para que ela pudesse tocar para ele enquanto ele tomava café e fumava um cigarro.
Al día siguiente, Enriqueta estuvo angustiada toda la mañana. Como de costumbre, a las once y media, el jefe de la prisión vino a llevar a Enriqueta a la cantina para que tocara para él mientras tomaba café y fumaba un cigarrillo.
Depois de cada música, Henrica olhava para o relógio. Era quase meio-dia. Será que ela realmente estava considerando escapar? Sua companheira de cela e seus amigos tinham um bom plano. Ela era lenta, mas só precisava caminhar…
Después de cada canción, Enriqueta miraba el reloj. Era casi mediodía. ¿Realmente estaba considerando escaparse? Su compañera de celda y sus amigos tenían un buen plan. Ella era lenta, pero solo necesitaba caminar…
A hora do almoço se aproximava, e o refeitório se enchia de guardas. O chefe da prisão estava ocupado conversando com alguns deles. Ela poderia sair agora mesmo. Quanto tempo levaria até que ele percebesse que a música tinha parado?
La hora de la comida se acercaba, y la cantina se llenó de guardias. El jefe de la prisión estaba ocupado hablando con algunos de ellos. Podía irse en ese mismo momento. ¿Cuánto tardaría él en darse cuenta de que la música había parado?
Henrica se levantou e caminhou lentamente em direção ao chefe.
Enriqueta se levantó y caminó lentamente hacia el jefe.
“O que você quer?”
“¿Qué quieres?”
“Por favor, senhor,” disse Henrica. “Não estou me sentindo muito bem. Posso me juntar aos outros prisioneiros no pátio? Preciso de um pouco de ar.”
“Por favor, señor”, dijo Enriqueta. “No me encuentro muy bien. ¿Podría salir al patio con los demás prisioneros? Necesito tomar un poco de aire.”
O chefe largou o garfo. Ele olhou para ela por um longo tempo.
El jefe dejó su tenedor. La miró durante largo rato.
“Muito bem,” ele disse.
“Está bien”, dijo.
Henrica olhou para o relógio. Faltava um minuto. Ela tentou parecer calma enquanto caminhava em direção à porta.
Enriqueta miró el reloj. Quedaba un minuto. Intentó parecer tranquila mientras caminaba hacia la puerta.
Atrás dela, ela ouviu dois guardas se levantarem. “Nós deveríamos ir também,” um disse. “Estamos vigiando o portão do pátio esta tarde. Gostaria de chegar lá cedo pelo menos uma vez.”
Detrás de ella oyó levantarse a dos guardias. “Nosotros también deberíamos irnos”, dijo uno. “Esta tarde vigilamos la puerta del patio. Me gustaría llegar temprano por una vez.”
Eles caminharam na frente de Henrica. Henrica continuou andando. Então, ela se sentou ao piano. Ela respirou fundo e começou a tocar o mais alto que podia.
Marcharon delante de Enriqueta. Enriqueta siguió caminando. Entonces, se sentó ante el piano. Respiró profundamente y empezó a tocar lo más fuerte que pudo.
Dentro de alguns segundos, houve um grande barulho enquanto todos os guardas na sala jogavam para trás as cadeiras e começavam a gritar. Antes mesmo de Henrica terminar a primeira parte do antigo Hino Nacional, o chefe da prisão a levantou da cadeira e a jogou no chão.
En pocos segundos se produjo un gran estruendo, cuando todos los guardias de la sala empujaron hacia atrás sus sillas y empezaron a gritar. Antes incluso de que Enriqueta terminara la primera parte del viejo himno nacional, el jefe de la prisión la levantó bruscamente de la silla y la lanzó al suelo.
“Como você ousa tocar isso!” ele gritou.
“¡¿Cómo te atreves a tocar eso?!”, gritó.
Henrica olhou para os guardas, atordoada. Ela sorriu de forma fraca.
Enriqueta miró a los guardias, aturdida. Sonrió débilmente.
“O que vocês ainda estão fazendo aqui?” o chefe falou rispidamente com dois dos guardas. “Vocês vão se atrasar ainda mais do que de costume!”
“¿Qué hacéis todavía aquí?”, les espetó el jefe a dos de los guardias. “¡Vais a llegar incluso más tarde de lo habitual!”